Hoy 26 de julio de 2017 es una fecha oportuna para reflexionar sobre lo que ha sucedido en Cuba durante más de seis décadas de dictadura. Sin dudas algo parecido a lo que ha pasado en Venezuela en los últimos veinte años por seguir la misma fórmula del castrismo: la destrucción de uno de los países más ricos del continente. Además, Venezuela durante todo este tiempo ha tenido a los Estados Unidos como si principal mercado al que le vende petróleo, hasta el día de hoy.
Un sector que nos puede dar medida del nivel de insatisfacción y de necesidad del pueblo cubano es el de la vivienda, responsabilidad absoluta del gobierno, que ha controlado los salarios, los permisos y las materias primas. El pasado 12 de julio la agencia de noticias EFE informó que:
“Cuba registró al final de 2016 un déficit superior a 880.000 viviendas en todo el país, donde existen 3,8 millones de hogares, un fondo habitacional por lo general deteriorado y con problemas «críticos» en grandes urbes como La Habana y Santiago de Cuba… Entre las principales causas de este problema está la «pérdida de la capacidad habitacional debido al deterioro de las edificaciones», que en su mayoría tienen más de 30 años, explicó la directora general de Vivienda del Ministerio de la Construcción, Vivian Rodríguez, citada por medios oficiales de la isla…La funcionaria explicó que el programa de terminación de viviendas para 2017 «presenta atrasos, pues de un plan de 9.700 casas han sido concluidas 5.722″… Desde hace tres años hasta la fecha el déficit general ha aumentado en unas 200.000 viviendas; a pesar de que el Gobierno abrió en 2010 la concesión de licencias de construcción y liberó la venta de materiales, además de impulsar un plan de créditos y subsidios”.
Ante un desastre abismal, el gobierno ha recurrido a la conversion de naves industriales y locales abandonados para alojar a un porcentaje de cubanos que necesitan un lugar para no mojarse y sobrevivir. Este es una salida muy limitada porque en Cuba no hay suficientes fábricas o locales abandonados como para realmente aliviar el problema nacional.
La entrega de inmuebles en deshuso por parte de las empresas estatales ha contribuido, de un tiempo acá, a aliviar a un pequeno grupo de cubanos el acuciante problema de la vivienda en la capital. Solo que a veces, lograr las condiciones razonables de habitabilidad para estas nuevas viviendas no resulta sencillo ni constituye siempre una alternativa económica o viable a las familias que tienen «la suerte» de verse incluidas en estos programas de reubicación. Para alguien que lleva más de 15 años en albergues, estas oportunidades son la materialización de un largo anhelo, confiesa Rosa, madre soltera de tres niños que ahora espera integrar esta nueva comunidad.
En este caso que abordamos se trata de un viejo taller de la Industria Textil de la Empresa Confecciones Gala, ubicado en la calle 9 de abril entre Cervantes y Línea de Ferrocarril, Lawton, municipio Diez de Octubre. Nave emplazada en la zona industrial del patio ferroviario de Luyano, a escasos metros de los talleres de reparación de vagones para ferrocarriles, un área poco dada a la urbanización o la creación de un vecindario debido a la cercanía de fábricas, talleres y la constante circulación de locomotoras de carga.
-Criar aquí a nuestros niños no será tarea fácil, más si en las cercanías no encuentras escuela alguna, parques o áreas de juego, ni una posta medica, afirma Ángela, abuela recién llegada al »vecindario».
Un dilema latente en esta nave industrial lo constituye la falta de iluminación y ventilación, además del poco confort y espacio de los locales. En esta área deberán ubicarse un total de 48 apartamentos de una sola habitación que contendrán, en unos pocos metros cuadrados, el baño y la sala-cocina-comedor-habitación. Debido a que la asignación de materiales es limitada por el presupuesto aprobado por el Instituto de La Vivienda, los locales serán terminados y se entregaran con muy pocas ventanas exteriores.
Además no serán llevados los muros divisorios hasta el nivel de techo, sino que serán medianeros de 2.50mts y se les colocará una cubierta de tejas de asbesto cemento, limitando de esta forma aún más el espacio habitable. Otro reto a salvar esta dado por los espesores de paredes y de losa de piso de hormigón de al menos 25 cms, concebidos originalmente para soportar las cargas de uso propias del equipamiento industrial y que ahora conspiran para la adecuada colocación de las redes sanitarias e hidráulicas de los baños y cocinas de los apartamentos.
El nivel superior de esta edificación ya había sido entregado a La Vivienda con anterioridad y por ende ya está habitado por varias familias, lo que dificulta ahora las labores de remodelación, pues en su momento no se realizó el adecuado mantenimiento ni siquiera de la cubierta, la cual filtra hacia el área de lo que serán los nuevos apartamentos.
Otra preocupación de los futuros habitantes del edificio multifamiliar es en relación al pésimo estado de las redes de distribución eléctrica que, partiendo del banco de relojes, también en mal estado, se convierten en una maraña impenetrable de cables de distinto calibre y en avanzado estado de deterioro así como su cubierta aislante y empalmes a vista. La preocupación más grave se debe a la posibilidad real de que en cualquier momento ocurra un accidente fatal por electrocución o un incendio debido a los materiales que aún se encuentran almacenados y que pertenecen a la empresa textil que ocupaba este local.
Con todos estos obstáculos e interrogantes el largo sueño anhelado de Rosa y los demás «beneficiados» por El Programa, aun no logra materializarse con suficiente claridad.
Por Steve Maikel Pardo Valdes, Defensor del Pueblo y activista del CID en el municipio 10 de Octubre.
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