El estudio del idioma Inglés se ha convertido en una pandemia cultural que se multiplica por todos los confines de la tierra; pero en la conciencia del cubano, se presenta como el genio milagroso que puede cumplir todos sus deseos.
La población cubana interesada en el aprendizaje del idioma Inglés sobrepasa los límites de edad, sexo y raza. Un número cada vez más creciente de personas están incorporando el estudio de la lengua inglesa a sus prioridades.
Conversamos con Heidi Pruna de La Rosa, una estudiante de 22 años que cursa el tercer año de la carrera de Derecho y ha alcanzado el tercer nivel del idioma inglés.
“Yo comencé haciendo un “Curso Viajero de Italiano” -nos comenta Heidi-, que es un curso muy básico, porque sólo te provee de lo elemental para comunicarte como un turista ordinario. Es entretenido y a los jóvenes nos motiva mucho porque se aprende rápido. Pero luego decidí tomarme más en serio lo del estudio de un idioma y me decidí por el Inglés”.
Según la experiencia de Heidi, “en el tiempo que llevo estudiando el inglés he preciado el incremento de personas muy adultas (entre 45 y 60 años), en las aulas, y la mayoría refiere como motivo las exigencias laborales y profesionales”.
“Lo complicado –continúa Pruna de La Rosa- es acceder a la matrícula en escuelas estatales de calidad, como la Lincoln (Abraham Lincoln), que está ubicada en Calle G esquina 17, en el vedado (Municipio Plaza de la Revolución, La Habana), que es la mejor, porque los profesores tienen mucha experiencia, lo que eleva considerablemente la calidad de la enseñanza; además, solo tienes que pagar 20 pesos moneda nacional, más o menos 1 dólar”.
El problema con la enseñanza estatal, como afirma Heidi y otros entrevistados, como Saraí Fernández Estezo, de 24 años, “es la dificultad con los materiales de estudio”.
“Hay algo que no podemos negar -nos explica Saraí Fernández-, y es la incapacidad de los servicios estatales, en todos los sentidos. Es una apatía hacia la solución efectiva de cualquier problema que es muy depresor; pero en el caso de las escuelas de idiomas, que es de lo que estamos hablando, tampoco se puede negar que existe mucha indolencia e indisciplina por parte del alumnado, que destruye y se roba los materiales de estudio que provee la escuela como préstamo”.
Aunque Iván Carrazano Méndez-Díaz, un enfermero de 32 años, nos dice: “Mira, lo de destruir y robar está mal, eso nunca se justifica pero en Cuba, la lucha por la sobrevivencia ha cambiado mucho los conceptos y lamentablemente, una guerra con armas de fuego no se puede ganar con arco y flecha. O te insertas y sobrevives, o te aíslas y pereces”.
“El conocimiento del idioma inglés ya no es un lujo o un capricho snob –comenta Carrazano Méndez-Díaz-. Si quieres encontrar oportunidades en el mercado laboral, sobre todo en el extranjero, tienes que aprender inglés. Y en mi experiencia, la mayoría de las personas que estudian ese idioma, sobre todo los jóvenes, lo hacen para tratar de mejorar una vida que, por más que la sueñes en español, sólo puedes hacerla real en inglés”.
Pero según la opinión de Marta Callejas Solano, una profesora privada de 64 años, quien ha dedicado 41 a la enseñanza del idioma inglés, “para muchos cubanos el estudio del idioma inglés sigue siendo una utopía, porque entre lo difícil de conseguir una matrícula en una escuela estatal que imparta una enseñanza de calidad y los elevados costos de la enseñanza privada, las cosas se pueden complicar mucho para los interesados”.
Callejas Solano, quien por “razones muy personales” prefiere impartir sus clases “en el domicilio de los alumnos”, nos informó que “la mayoría de los alumnos que tengo han empezado en escuelas privadas, pero han tenido que abandonarla porque su economía, o la de sus padres, no se lo permite”.
Asegura la profesora Marta que, según el testimonio de “mis alumnos y sus padres, una matrícula en una escuela privada cuesta 30 dólares y después tienes que abonar una mensualidad de 10 dólares. En algunas de esas escuelas los dueños garantizan todos los materiales de estudio, en otras sólo lo más específico relacionado con el método de enseñanza (que en la mayoría de los casos utilizan el programa Espectrum) y hay algunos profesores privados que cobran 20 pesos moneda nacional (un dólar) por clase, pero el alumno tiene que proveerse de los materiales”.
Pero Marta prefiere la enseñanza personalizada, a domicilio. “Esta es una práctica -nos dice- que es más inclusiva. Con este método de trabajo se benefician muchas personas de bajos ingresos. Por ejemplo, varias personas interesadas, que pueden ser 10 ó 15, se reúnen en la casa de uno de ellos y yo les cobro 5 dólares por clase, lo que significa que cada alumno paga 50 centavos dólar por clase, si son 10 alumnos o 30 centavos, si son 15. Es una opción que la gente aprecia mucho”.
Para la realización de este reportaje tratamos de entrevistar profesores de escuelas privadas, pero en todos los casos fuimos rechazados, con el argumento de que “no queremos problemas. Ya tenemos suficiente con los inspectores, que no nos dejan en paz.
Una profesora, que no consintió en revelar su identidad ni permitió que tomáramos imágenes del frente de su domicilio, donde un cartel anuncia el servicio que ofrece, “porque no quiero que me relacionen con ese trabajo que usted está haciendo”, nos comentó que “hace ya algún tiempo, creo que 2 años, más o menos, un periodista grabó un video de una clase en una escuela privada y lo que nos cayó encima fue terrible”, “las opiniones de la gente que aparece en ese video –concluye la profesora- no fueron del agrado del gobierno, y usted ya sabe lo que pasa cuando los que gobiernan no están contentos con lo que piensan los gobernados”.
Pero a pesar de lo que piensan los que gobiernan, los gobernados son cada vez más ingobernables, porque para los que buscan oportunidades en un país cada vez más asfixiado, el idioma inglés (también el francés se ha popularizado mucho) es el camino más seguro para cumplir lo que “soñamos en español”.
Por Ernesto Aquino Montes
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