“El coraje es resistir el miedo, dominar el temor, no la ausencia de miedo”, Mark Twain
Los venezolanos no ofenden a los compatriotas que en lugar de unírseles en las protestas se quedan en sus casas. Lejos de ofenderlos los estimulan y tratan de persuadirlos de que lo único que les garantizará una actitud pasiva es la esclavitud para siempre. No los llaman cobardes y con este actuar los activistas de la oposición venezolana demuestran inteligencia y comprensión.
Por el contrario, es bastante común leer comentarios de cubanos que viven fuera de Cuba y con vehemencia acusan de cobardes a los que están en la Isla porque no se rebelan contra la dictadura castrista. Pareciera que cuando vivían en Cuba los autores de estos insultos constantemente desafiaban con audacia a la dictadura.
Enfrentar al castrismo en la Isla trae consecuencias. Por ejemplo, el pasado primero de mayo durante la celebración del Día Internacional de los Trabajadores en Gibara, Víctor Sanz, que no pertenece a ningún grupo de oposición, se manifestó contra la realidad que vive el pueblo cubano y fue golpeado brutalmente por los agentes de la policía. Después de ser atendido en el hospital, Víctor fue arrestado y se encuentra en prisión esperando sentencia.
No estoy seguro de que los cubanos que desde la seguridad de una democracia califican a sus compatriotas de la Isla como cobardes hubieran sido tan valientes cuando estaban en Cuba. En muy probable que en Cuba se comportaron con bastante precaución y tan pronto pudieron salieron del país. Por supuesto hay excepciones.
Salir de Cuba no es un pecado y huir de una dictadura tampoco, temer a la opresión de un régimen totalitario es humano. Lo que es injusto es haber vivido en Cuba con prudencia y salir a insultar a los que en la Isla se comportan hoy como ellos lo hicieron ayer cuando vivían allí.
¿Y qué podemos aprender de los venezolanos?
Que hay 30 millones de venezolanos y de acuerdo a las encuestas el 80% quiere un cambio, algo así como 24 millones. Cuando les restamos los niños y los que no pueden manifestarse, todavía quedan muchos millones de venezolanos que podrían irse a las calles pero no lo hacen. Uno los oye desde sus apartamentos cómo gritan contra la policía y apoyan a los que protestan en las calles. Otros seguramente guardan silencio. Sin dudas están por un cambio y simpatizan de corazón con quienes se juegan la vida día a día, pero no reciben insultos por ser precavidos.
¿Quién en un momento de temor no ha tenido que darse aliento y controlar el miedo para seguir adelante? ¿Por qué no hacerlo con los demás? Al que no tiene la motivación, la fe o el valor para enfrentar a una dictadura no hay que insultarlo, hay que estimularlo. Pedirle una y otras vez que se sume a la oposición porque así ganará más que arrinconándose.
En el video podemos escuchar a un abuelo venezolano arengando a sus compatriotas que hacen cola para comprar comida. Es un buen ejemplo para nosotros los cubanos. El régimen castrista le teme mucho al pueblo cubano porque sabe que puede llegar a superar el miedo y arrasar con la tiranía.
Los hombres y mujeres de todas las edades que se enfrentan a esbirros armados en las calles en Venezuela son seres humanos que logran superar el temor. Con su ejemplo estimulan a otros que se van sumando, pero es su heroísmo el que apela a la emulación y a la admiración. Los cubanos que viven en la seguridad de una democracia y llaman cobardes a los que viven en la Isla no se dan cuenta que están colaborando con la dictadura castrista a desmoralizar al pueblo cubano.
Por Huber Matos Garsault
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