Edificación donde se ubicaba el cine Edison en Calzada del Cerro, entre Zaragosa y Santa Teresa, Cerro. La Habana. Foto Aquino.
La vida social y cultural cubana de los primeros 50 años de república, enriquecida y animada por la creciente abundancia de salas de cine y teatro, fecundas de variados filmes y espectáculos, se convirtió en un cementerio de historia perdida, tras la llegada al poder del comunismo.
Desde la llegada del cinematógrafo, el 24 de enero de 1897, Cuba se convirtió en un referente cultural para el mundo. En los próximos 50 años, la isla observó un vertiginoso desarrollo de la industria cinematográfica que se tradujo en un significativo incremento intelectual, artístico y económico.
Edificación donde se encontraba el cine Maravillas, en Calzada del Cerro, esquina Palatino. Cerro, La Habana.
Foto Aquino.
Según el “Anuario Cinematográfico y Radial Cubano”, una publicación especializada fundada en el año 1940 por Ramón Peón y Pedro Pablo Chávez, en el año 1947 en Cuba existían “487 salas de cines y teatros, en un país que para esa fecha, contaba con una población de 4.778.583 habitantes”.
Otros datos extraídos del Anuario aseguran que “en la Provincia Pinar del Río existían 33 teatros; 124 en Ciudad de La Habana; en Provincia La Habana (sin incluir la capital) 47 salas; Provincia de Matanzas 46; Provincia de las Villas 88; Provincia de Camagüey 62 y Provincia de Oriente 98”.
Edificación donde se ubicaba el cine Favorito, en Belascoaín, entre Sitios y Peñalver. Centro Habana, La Habana. Foto Aquino
Un trabajador de 89 años, que destacó por su labor intelectual dentro de la Cinemateca de Cuba, y que prefiere reservar su identidad, nos comenta que “en los primeros años de la revolución, muchos profesionales laboriosos y amantes del cine tratamos de conservar la efervescencia cinematográfica que caracterizó la vida cultural de la isla, pero muy pronto la ideología fue destruyendo la riqueza cosmopolita de esa vida cultural”.
“Antes de 1959, los cines y salas de teatro –continúa el entrevistado-constituían auténticos centros culturales donde se cultivaba con empeño la Ópera, la Zarzuela, el teatro Bufo y Vernáculo, el Ballet y otras expresiones danzarias y artísticas. Cuba era un interminable festival de celebraciones donde el arte lo embellecía todo”.
Edificación donde radicaba el cine Mexico, ubicado en Salvador, entre San Anselmo y Buenos Aires. Cerro, La Habana. Foto Aquino.
Otro entrevistado que ofreció su testimonio, a cambio de no identificarse, fue un Programador de Cine, de 70 años, que por más de 40 laboró en el sector de la cultura.
“Hasta finales de 1968 –explica el programador de 70 años-, declarado por el gobierno “Año de la Ofensiva Revolucionaria” se lograron exhibir cientos de filmes norteamericanos, argentinos, mexicanos y españoles de las épocas doradas del cine de estos países, y los teatros ofrecían conciertos de música culta y popular e importantes obras del teatro clásico, programaciones humorísticas y espectáculos artísticos variados de mucha aceptación popular”.
Lugar donde se encontraba el Cine Cuatro Caminos, ubicado en Belascoaín, entre Monte y Campanario. Centro Habana. La Habana. Foto Aquino
“Sin embargo –continúa el entrevistado-, los que entonces nos esforzábamos por mantener a salvo nuestra herencia cultural sabíamos que la muerte de todo lo bueno era cuestión de tiempo. A partir de 1970 comenzó una espiral de deterioro de las salas de cine y de la calidad de las ofertas cinematográficas. Comenzaba el apogeo de la Era soviética y las propuestas del arte socialista”.
Edificación donde se encontraba el cine Mara, ubicado en Juan Delgado, entre Lacret y General Lee, Santos Suárez. 10 de Octubre. La Habana. Foto Aquino.
Evelio Valdivia, un trabajador de 81 años que laboró en la construcción y que formó parte de “muchas brigadas de demolición” recuerda que “la conservación de los cines y salas de recreación dejó de ser una prioridad para los planes sociales de la revolución que dedicó todos sus esfuerzos y recursos al adoctrinamiento y control absoluto de la vida nacional”.
Edificación donde se ubicaba el cine Astor. (Belascoaín, entre Peñalver y Concepción de la Valla). Centro Habana, La Habana. FotoAquino.
“Año tras año -nos refiere Evelio-, el país perdía instalaciones icónicas de la recreación popular. Durante décadas quedamos sepultados tras un muro de fusiles y prohibiciones que nos aislaron del desarrollo cultural y tecnológico del mundo. Y aún estamos sufriendo las consecuencias”.
Es de vergüenza ajena –concluye el veterano constructor-, caminar por una ciudad que fue calificada como “La París de América”, por la dinámica impresionante de una vida cultural y social donde los cines y salas de teatro ocupaban un lugar destacado en el mundo de la América ilustrada, y ver cómo se ha convertido en un campo de exterminio de la creación y el desarrollo humano”.
Por Ernesto Aquino Montes
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