Un informe de la Defensoría del Pueblo
El 17 de enero de 2000, el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos de Cuba, el grupo Aguas de Barcelona y el inversionista y empresario canario Enrique Martinón Armas crearon Aguas de La Habana, una empresa de capital mixto. En otras palabras son las empresas capitalistas extranjeras las que se asocian con el gobierno castrista para explotar a los cubanos con malos servicios y salarios esclavos.
¿Qué hace Aguas de La Habana? Poco o nada. Los vecinos están cansados de quejarse al acueducto.
A paso lento y con mucha paciencia, Aguas de La Habana está cambiando miles de kilómetros de cañerías, pero la mala calidad del trabajo causan disgustos entre la población. La Habana Vieja, por ejemplo, está siendo sometida a una sustitución de las redes de acueducto que dicen que concluirá en 2017 y cuenta con un presupuesto de más de 64 millones de dólares. La lentitud de las obras provoca el cierre de muchas vías y transitar por las abigarradas callejuelas se convierte en una carrera con obstáculos. A ello se suma que personas negligentes tiran desechos a las zanjas y el mal olor invade los alrededores.
Pero quienes lo están pasando peor son los que residen en zonas bajas de la capital. Además de la escasez de agua, viven al filo de la navaja cada vez que un temporal asola a La Habana.
Han pasado meses de aquellas lluvias torrenciales y las instituciones del Estado sólo han otorgado colchones a los damnificados. “Nada es gratis. Los colchones te los venden en 900 pesos [alrededor de 45 dólares] a crédito. Los refrigeradores, televisores y otros electrodomésticos echados a perder no te los reponen. La gente está muy disgustada con el Gobierno, por la poca ayuda a familias que no tienen ni donde caerse muertas”, dice Felicia, ama de casa.
No hay solución a la vista. Ya les contaba al inicio que es un conjunto de factores. La desidia estatal provoca que el 60% del agua se derroche. Las billeteras vacías de un segmento amplio de cubanos les impiden reparar el trazado hidráulico de sus casas. Las lluvias y ahora la temporada ciclónica, que va del 1ro. de junio al 30 de noviembre, provocan que innumerables familias sin recursos vivan en un constante sobresalto. A la mala gestión del régimen se añade la furia de la naturaleza. En pocas palabras: el pueblo cubano se halla rodeado y sin defensa.
“Tiene casi un siglo de antigüedad y estaba pensado para una urbanización de 600.000 habitantes”, dice Sergio del Castillo, Jefe del Departamento de Drenaje Pluvial de la Empresa Aguas de La Habana, “además, en mucho tiempo —más de 25 años— no ha recibido todo el mantenimiento que requiere”. La Habana acoge hoy a más de 2 millones de personas según el censo de 2012.
Los drenajes ubicados en las calles —conocidos como registros— son apenas el inicio del sistema de evacuación pluvial, pues son los encargados de acopiar el agua y verterla en las líneas centrales que luego descargan todo el volumen en los ríos o en el mar.
Estos puntos primarios de evacuación usualmente son construidos en los sitios más bajos de las calles, pues el drenaje pluvial se basa en la gravedad para transportar las precipitaciones. De tal trazado también forman parte los ríos y cauces que atraviesan diferentes partes de la ciudad, así como el escurrimiento natural del terreno.
El diseño de los sistemas de drenaje varía en dependencia del sitio en donde se realicen, son concebidos a partir de las medias históricas de lluvia registradas en la zona y nunca son construidos para evacuar lluvias extremas. “Los costos se elevarían extraordinariamente. Nadie en el mundo construye sistemas de drenaje pluvial pensando en condiciones límites”, dice Sergio.
Estas infraestructuras son complejas y costosas, para entender su magnitud, imaginemos un túnel de tres metros de alto y cuatro de ancho que corra por debajo de nuestras calles, casas, plazas… atravesando kilómetros bajo la ciudad para luego desembocar en el mar. Por supuesto, no todos los conductos poseen las mismas dimensiones y, en dependencia de la región, algunos no superan las 25 pulgadas de diámetro.
Es importante diferenciar el drenaje pluvial y el sistema de alcantarillado. En Cuba dichos sistemas corren paralelos, pero independientes, evitando que las aguas albañales se mezclen con las lluvias.
Debido a varias causas, entre ellas conexiones ilegales de los hogares, roturas, mala terminación de obras y falta de mantenimiento, tal separación no siempre existe y resulta frecuente hallar zonas donde ambos sistemas se mezclan.
Sergio asume que la empresa no puede delegar toda la responsabilidad, pues en ocasiones sus trabajadores son quienes incumplen estas normas constructivas.
Graduado en 1987, conoce las particularidades de su trabajo como pocos. Sergio ha limpiado tragantes, dirigido brigadas de mantenimiento, construido baterías de tragantes y calculado, una y otra vez, los volúmenes de escurrimiento en las cuencas bajo su tutela.
Una fórmula para perder
La letal combinación de salideros, mal trabajo, falta de previsión y sequía ha situado un asterisco en rojo al agua, no sólo en La Habana, sino también en el resto del país.
Si en la noche usted recorre algunos barrios habaneros, observará cómo el agua se derrocha por sus cañerías rotas. En las calles Espadero y Figueroa, en el Reparto Sevillano, miles de galones de agua se pierden por salideros en las redes públicas. En la transitada Calzada 10 de Octubre, cerca de la esquina con la arteria San Francisco, en la barriada de Lawton, la calle se convierte en un río.
“Una mañana vienen y hacen un remiendo chapucero que a las pocas horas se vuelve a averiar. Argumentan que debido al mal estado técnico de las redes la presión de agua revienta muchas cañerías viejas. Todos los especialistas son expertos en diseccionar el problema, pero nadie lo resuelve”, comenta Augusto, quien vive cerca de la intersección de la Calzada 10 de Octubre y la calle San Francisco.
No muy lejos, en el edificio donde vive Hiram, en la calle Carmen, también en Lawton, por no tener un simple flotante, la cisterna se desborda y se despilfarra una apreciable cantidad de agua.
“En los edificios multifamiliares, la pintura exterior, el mantenimiento del motor de bombear agua y las reparaciones de la fachada supuestamente le corresponden al Estado. Pero las entidades estatales no dan ni una tuerca. Y los vecinos debemos gestionarlo todo”, señala Hiram.
Actualmente, Aguas de La Habana es la encargada de realizar todos los trabajos de limpieza, desobstrucción y reparación de ese sistema. Aunque su plantilla está concebida para 20 brigadas de ocho hombres dedicadas a esta tarea, hoy solo cuentan con ocho equipos de trabajo, dos de ellos integrales —participan en todas las acciones constructivas o de mantenimiento— y otros seis cuya principal encomienda es la limpieza de tragantes, otras se destinan a la reparación o el tendido de nuevas redes. Como sea, el monto del presupuesto asignado por el Estado Cubano es insuficiente, prácticamente un aburla cruel a la población.
Por Steve Maikel Pardo Valdes, activista del CID en el municipio 10 de Octubre
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