El pasado día 12 de agosto me dirigí al Hospital Celia Sánchez Manduley en Manzanillo con una remisión del Consultorios Médicos de la Familia (CMF), para que el angiólogo me atendiera un problema que tengo en la pierna derecha. Al llegar al hospital me dirijo a la puerta de consulta y la compañera que se encontraba de custodio me dijo que por esa puerta no podía pasar porque no se estaban permitiendo personas ajenas a esta área. Le digo que yo iba para ver al médico, que era una remisión. Ella me volvió a dar la misma contesta y para no estresarme le dije a mi mamá que me iba acompañando que no se mortificara que íbamos a ir por la puerta de cuerpo de guardia.
El compañero que se encuentra en esa segunda entrada me dice que personal ajeno al hospital no puede usar esa puerta. Entonces me dirigí la entrada por donde pasan las personas que van a ver a sus familiares que se encuentra ingresados y el que la cuida también me dijo lo mismo. Le enseño la remisión del médico y me dice que eso no era una remisión sino una cita, le digo que al parecer había un mal entendimiento y que se fijara bien lo que él está diciendo. Le digo a mi madre que esto no puede ser coincidencia, los tres no pueden decirme lo mimo pero que no se preocupara.
Muy molesta le insisto al guarda, quien me responde que no le falte el respeto porque lo puede tomar como desacato a la autoridad y le respondí que yo era un ser humano y también tenía derecho enfermarme e ir al hospital para que me atiendan. Este no perdió el tiempo y llamó a la policía del hospital diciéndoles que yo le había faltado el respeto. La policía me llevó para su oficina dentro del hospital y mi mamá al ver que me llevan detenida le subió la presión y se desmayó.
Yo empecé a reclamar que si le llegaba a pasaba algo a mi mamá esto si se iba aponer malo y el policía me empujo y me dijo que la única problemática era yo, que yo estaba haciendo sabotaje. Llamaron la inseguridad del estado, le dieron mi nombre y dijeron que yo estaba formando alboroto y tomando fotos. Rápidamente se aparecieron los represores y yo les vuelvo a explicar a ellos lo ocurrido conmigo. El de la inseguridad me contestó que a mi mamá no le iba a pasar nada pero y que yo podía entrar al hospital pero que ellos conocían de mis actividades y que para entrar tendría que hacerlo acompañada de un guarda y sin bolso.
Me paré de la silla y le dije que la salud en Cuba era para todos los cubanos no para los que ellos escogieran. El oficial me manda a callar y me dijo que lo mejor que yo iba hacer era recoger a mi mamá e irme para la casa por mi bien antes de que ellos tengan que tomar otro tipo de represalia conmigo. Cuando llegué a mi casa estaba el jefe del sector esperándome en la puerta acompañado de cuatro más.
Por la noche el jefe del sector, con cuatro policías y boinas negras, visitaron a las personas del barrio que tenían en una lista, avisándonos a todos que al otro día era el cumpleaños de Fidel Castro y que a partir de las doce de la noche se suspendían todo tipo de fiesta y lo único que se podía escuchar eran canciones patrióticas, que el que se cogiera poniendo otra música se le iba a decomisar el equipo y seria detenido y multado. Fidel Castro, el que ni muerto deja en paz al pueblo de Cuba.
Por María del Carmen Guisado Cisneros. Delegada del CID en Manzanillo.
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